viernes, 15 de abril de 2011

DISCIPLINA Y FORMACION


Suficiente ilustración se tiene con relación a las prácticas correctivas hacia los niños, a través del maltrato de palabra o con castigos físicos.

Pegarles a los niños para disciplinarlos en incorrecto, pues además de que el golpe les causa daño físico, les genera temores y aprenden a obedecer más por miedo que por convicción, por lo que el mensaje que a ellos les va quedando claro, es que lo correcto no es hacer lo indebido, sino, no dejarse coger para no recibir el castigo.


Igual sucede con el maltrato de palabra, pues las ofensas generan resentimientos, temores y una serie de afectaciones a la autoestima, además que van creando en el niño una serie de sentimientos que van desde la auto-culpa, el sentimiento de desamor, así como la ira y porque no, la sed de venganza.

Sea como sea, cualquier forma de maltrato en la corrección de los niños es inadecuada, así no se educa o corrige, pero tampoco podemos caer en el extremo de no disciplinarlos.

Pitágoras de Samos expresó una frase muy sabia: “Educad a los niños y no será preciso castigar a los hombres”.

La educación es pues,  un acto de orientación, de formación, de preparación en conductas y saberes de las personas, y esto está muy relacionado con el aprendizaje de los valores, los hábitos, los principios fundamentales, los derechos y también los deberes, lo que se logra no solo usando el discurso o la palabra, si no que además  se requiere de una serie de  condiciones que pasaran  a ser la disciplina.

La disciplina es pues, una norma de estricto cumplimiento que permite que se adquiera la formación, y esta debe estar presente desde temprana edad, y es deber de los padres  mismos el  que establezcan las condiciones necesarias  para  ayudar  a  sus hijos a ser disciplinados.

Ser transigente, permisible o alcahueta con los hijos no les ayuda a nada, inclusive, los perjudica, pues un niño que no tiene normas en casa, o que no las cumple, tampoco cumplirá las normas en la escuela, en la sociedad y en su vida adulta.

Disciplinar a los hijos no es incomodarlos o molestarlos, pues tal como lo expresa Pitágoras, es mejor disciplinarlos y formarlos en el hogar donde los queremos, a que lo haga una sociedad que no tiene sentimiento afectivo alguno por ellos, simplemente los requiere, se sirve y los necesita, pero si no encajan en sus normas, los rechaza o hasta los juzga y los reprende.

Disciplinar es educar y comienza desde recoger los juguetes, lavarse las manos antes de comer, no decir palabras groseras, dirigirse con respeto a otros, acostarse a la hora que le digan, arreglar el cuarto, recoger su ropa y llevarla hasta la zona de ropas, guardar sus zapatos, llegar y realizar las tareas antes de ponerse a jugar con aparatos electrónicos o sus amigos, pedir las cosas con decencia, ser puntual, acudir a las jornadas de deportes que tiene establecidas, persistir con lo que manifiesta querer y se le concede.

Algunos niños piden a sus padres que los matriculen en una escuela de deporte, de arte, de autodefensa u otra, y al poco tiempo manifiestan que están aburridos, que ya no quieren o que les gusta otra cosa y sus padres acceden. La falta de persistencia, la desubicación y en general esa actitud inestable que manifiestan las personas en su vida adulta, es consecuencia de los padres que fueron permisibles ante el primer obstáculo de sus hijos o ante la primera duda.

Disciplinar es entonces crear en los hijos una actitud y un hábito de hacer las cosas adecuadas, aceptando una norma, valorando lo que tiene y a los demás, relacionándose positivamente con su entorno y las demás personas.

La disciplina es pues parte del proceso de formación de los hombres del mañana, pues quién no tenga disciplina estará fuera de la norma, le será difícil acatar y aceptar las reglas, las violará y presentará siempre un comportamiento indebido en diversos escenarios.

Son los padres a través de las reglas básicas que implementen en el hogar, los que definen y establecen una disciplina que no debe ser negociada, ni tampoco premiada, pues es incorrecto que porque los niños hagan lo que deben hacer, salgan premiados, ejemplo: debido a que realizaste las tareas, entonces te regalo algo; ya que has guardado correctamente tus cosas, te compro un helado.

Reforzar conductas positivas y felicitarlas si es correcto, pero esto se hace a través de la palabra, del afecto y de una explicación: “Estoy orgulloso de ti, eres un niño juicioso y haces lo correcto. Te felicito”. Hasta ahí debe llegar el estímulo por las conductas buenas, dar el reconocimiento de lo que se está  haciendo más no premiar, pues entonces el niño se acostumbra que si no hay premio, no vale la pena hacer lo correcto, si no hay premio, no se debe cumplir con los deberes.

La recompensa no debe ser para cumplir con los deberes, más bien, el castigo si se debe implementar cuando las reglas no se cumplen, ejemplo: Debido a que no obedeces, voy con tus hermanos a comer un helado, espero que en la próxima podamos ir todos.

Tampoco se trata de hacer sentir mal al niño. Manifiéstele que usted cree en él, que él puede, pero ya que no ha cumplido con sus deberes, debe ser castigado, sin necesidad de gritarlo, y menos de pegarle, pero hazle saber que los comportamientos indebidos, traen consecuencias.

Es mejor que la disciplina la aprenda en el núcleo familiar, y no que sea impuesta  en otros escenarios cuando ya es tarde, porque posiblemente el niño ya hecho joven o adulto,  tomará el camino indebido, y aquel niño que ahora tanto contemplas y tanto le complaces, mañana lo llorarás.
TITO GONZALEZ S

1 comentario:

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