lunes, 16 de mayo de 2011

No me des todo lo que te pido

No me des todo lo que te pido. A veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo pedir.

No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.

No me des siempre órdenes. Si en vez de órdenes me pidieras las cosas, yo lo haría mas rápido y con más gusto.

Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo; pero también un castigo.



No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o mi hermana. Si tu me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor que los demás, seré yo quien sufra.

No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer. Decide y mantén esa decisión.

Déjame valerme por mí mismo. Si tus haces todo por mí, yo nunca podré aprender.

No digas mentiras delante de mí, no me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.

Cuando yo haga algo malo, no me exijas que te diga él “por qué lo hice”, a veces ni yo mismo lo sé.

Cuando estés equivocado en algo, admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti y me enseñaras a admitir mis equivocaciones también.

Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos; ya que por que seamos familia, eso no quiere decir que no podamos ser amigos también.

No me digas que haga una cosa si tu no la haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tu hagas aunque no lo digas. Pero nunca haré lo que tu digas y no lo hagas.

Enséñame a amar y a conocer a Dios. No importa si en el colegio me quieren enseñar, por que de nada vale, si yo veo que tú ni conoces ni amas a Dios.

Cuando te cuente un problema mío no me digas: “No tengo tiempo para boberías”, o “eso no tiene importancia”. Trata de comprenderme y ayúdame, las cosas poco importantes para ti pueden ser grandes cosas para mí, mira que tu muchas veces me dices que te entienda en tus asuntos para ti tan trascendentales, aunque yo no los comprenda.

Quiéreme y Dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tu no creas necesario decírmelo.

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